¿Legalizar la marihuana o hacernos los locos?

Fumar es un placer, dice la canción. Sabemos que la marihuana fue criminalizada en casi todo el mundo a comienzos del siglo XX. En 1925, se realizó en Ginebra la Convención Internacional del Opio, donde se conminó a los países asistentes a penalizar el consumo de marihuana , entre otras sustancias sicotrópicas.

En nuestro país casi la mitad de los adolescentes admite tener un amigo que ha consumido marihuana o ellos mismos lo han hecho. Somos el país de Sudamérica que siempre ha poseído el nivel más alto de consumo. Argentina nos sigue de cerca.Pero por no haber tratado este tema con propiedad, por haberlo satanizado y habernos dedicado a poner castigos y prohibiciones, ahora tenemos una sociedad consumidora en todos los planos. Muchas veces veo a ciertos líderes de opinión hablar de este hábito con tanto temor que pareciera que sólo creando más leyes prohibitivas podrán frenarlo. Y lo más cómico es que tenemos un índice de alcoholismo muy riesgoso, pero eso nunca se pone al mismo nivel de conversación. El alcohol debe ser menos dañino, dicen: permítanme reírme. Ni hablar de las miles de señoras y caballeros fármaco dependientes, que para levantarse y acostarse se deben meter una pastillita. Esos mismos hacen alharaca si descubren a un hijo o a un cercano con esta otra sustancia.

Todo va en la decisión propia. Cada uno tiene el derecho de elegir qué hace en forma particular mientras no atente contra los derechos del resto. Pero como sabemos que existe un número de hacedores de moral, es difícil que este tema sea objetivo de una verdadera discusión y se logre sacar algo en limpio. No estoy diciendo que se venda en el quiosco de la esquina (aunque sabemos que sí se hace: no en el quiosco, pero sí en lugares menos pensados). Si se tuviese un control real, si en vez de tanta ley prohibitiva se trabajara en lo preventivo y se llegara de mejor manera a la población, con un discurso más convincente y políticas más inteligentes, estaríamos estableciendo la confianza en medio de los grupos vulnerables, de modo de disminuir el consumo. Pero como la idea de los inquisidores es castigar, la prevención se deja de lado o es mal trabajada. Hay que apuntar al problema, reconocerlo y abordarlo pero no con represión sino con prevención. Educar es una de las fórmulas más importantes para prevenir y desatanizar es prevenir.
Nunca me olvido de haber estado en Alemania con unos amigos -alemanes por cierto- y ellos ante la policía sacaron un caño. En España, un grupo realizaba análisis de las drogas de consumo de los asistentes a una fiesta, lo que permitía que el consumidor supiera qué basura poseía y qué precauciones debía tener al ingerir un sicotrópico o un químico. Hablaba hace unos años con un coronel de Carabineros a quien pregunté qué hacía un funcionario si frente a él caía una persona con una sobredosis. La respuesta era que no se sabía. Si no se prepara a nadie para saber qué hacer, cómo se puede identificar un estupefaciente. Nadie desea en serio conocer las diferencias, que son muy diversas. A cada consumo, un trato distinto. Nunca a un alcohólico darle agua, pero ¿cómo distinguir a un alcoholizado de un extasiado o de un volado con convulsiones? Ésta sí que sería una tarea para la casa, en la cual todos los que prefieren hacer leyes prohibiendo y no darse cuenta del problema, aportarían mucho más a la comunidad, a una sociedad absolutamente nueva, que está cambiando cada día más.

Debemos tener claro que el problema es más de fondo. El que se evade no lo hace de buena onda o por tarado, sino para olvidarse de una sociedad llena de restricciones. La legalización permite abordar el tema de manera más profunda, aparte de que al controlar los canales de venta disminuye el tráfico, tanto o más peligroso que el consumo: éste sí es un actor que deteriora la sociedad, porque produce organizaciones clandestinas que son capaces de prácticas aberrantes, que pueden desestabilizar a un Estado y promover crisis de proporciones impensadas.



Por Manuel Martínez Opazo - La Nacion

1 comentario

Anónimo dijo...

malo o bueno pero me facina la bareta.